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 El uso de técnicas profesionales de cerrajería se extiende entre los delincuentes. El robo mediante nuevos métodos es uno de los pocos delitos cuyo porcentaje aumenta a un ritmo imparable

ladron de viviendasJulio y agosto son los meses elegi­dos por la mayoría de los madrile­ños para irse de vacaciones, en los que más viviendas vacías quedan y como consecuencia las fechas en lasque los robos en domicilios son más frecuentes. Todos los veranos las autoridades lanzan campañas preven­tivas y de concienciación, pero este año la atención está especialmente puesta en los robos en domicilios porque son un capítulo de la delin­cuencia que no deja de crecer. El motivo, la universalización de técnicas y herramientas para entraren los hogares sin dejar rastro algu­no y la facilidad con la que se puede acceder a ellas. La crisis, la falta de regulación y el desconocimiento por parte del ciudadano de datos como que el 80% de las cerraduras del país no cuentan con las medidas de seguridad necesarias, agravan el problema.

Con el comercio on line las puer­tas de internet se han abierto a la venta de todo tipo de productos, in­cluso a aquellos que no deberían caer en manos de cualquiera. Las herramientas profesionales que uti­lizan los cerrajeros se venden en la web y todo el mundo puede acce­der a ellos y utilizarlos para cual­quier fin. Algo que en los últimos tiempos se ha convertido en una es­pecie de barra libre para los delin­cuentes especializados en robos con fuerza en domicilios, que se ha­cen con estas herramientas sin mu­cho esfuerzo y de manera legal,aunque después las usan para fines delictivos.

En nuestro país no existe ninguna regulación que controle o restrinja la tenencia o uso de estas herra­mientas únicamente a los profesio­nales. Sin embargo, esto no quiere decir que cualquiera pueda com­prarlas y ponerse a abrir puertas. David Ormaechea, presidente de la Unión de Cerrajeros de Seguridad afirma que los robos que se están re­gistrando son efectuados por profe­sionales expertos en cerrajería, con conocimientos en profundidad so­bre el uso de estos aparatos.

«El delincuente busca conseguir su objetivo en el menor tiempo posi­ble, haciendo el menor ruido y con el mínimo esfuerzo. Se dan casos de robos con este tipo de técnicas, pero se pueden evitar en muchos casos actualizando las cerraduras de nuestras casas sin que suponga un de­sembolso excesivo», cuenta el Jefe del Grupo 11 de la Brigada Provin­cial de Policía Judicial de Madrid.

Su grupo ha participado en la últi­ma operación a gran escala. Hace apenas dos semanas la Policía desar­ticuló una banda especializada en robos con técnicas profesionales de ce­rrajería, que se saldó con siete deten­ciones en la Comunidad de Madrid y otras 19 en Sevilla. Los delincuentes eran auténticos expertos en algunas de las técnicas más precisas para no dejar rastro: El bumping -que consis­te en forzar la introducción de una llave maestra en la cerradura para alinear la combinación y abrir la puerta-, el impresioning o uso de varias plantillas adaptables para fabri­car una llave idéntica a la original y el uso de ganzúas. El problema, muchas veces, viene del descuido. Los datos que maneja la Policía revelan que un 60% de los robos en domicilios se producen sin signos externos de fuerza por el res­balón, mediante el uso de una lámi­na semirrígida para abrir una puer­ta que se ha cerrado sin vueltas de llave. «Muchos robos se podrían evitar si todo el mundo echase la llave, sea por un periodo de tiempo corto o largo y estemos fuera o dentro», continúa el jefe del Grupo 11.

El robo con fuerza en domicilios es uno de los capítulos de la crimina­lidad madrileña que no dejan de au­mentar. La última estadística, del pri­mer semestre de 2014, refleja que los golpes en pisos crecieron un 12,2 % con respecto a 2013 en la capital. Dato que se complementa y co­rrobora con el de las denuncias por esto tipo de robos, que en el último año analizado, 2013, crecieron tam­bién un 34% según el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes ha dicho que confía «en una pronta reducción tras las recientes detenciones de bandas es­pecializadas» y ha resaltado que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado «incrementarán los disposi­tivos contra este tipo de robos de ahora en adelante».

Ponerle trabas al ladrón

Profesionales y fuerzas de seguri­dad coinciden en que la solución es­tá en parte en manos del ciudadano. «Nosotros somos especialistas no sólo en abrir, también en cerrar. El sector está concienciado con este problema y queremos trasmitírselo a la gente para que ponga las medidas de seguridad necesaria en sus casas», afirma Carlos Rodrí­guez, presidente de la Asociación de Cerrajeros de la Comunidad de Madrid (Asmace).

Según los consejos de los exper­tos, «toda cerradura tienen fecha de caducidad. Cuando un fabricante di­seña una nueva, en unos seis u ocho años los delincuentes ya cuentan con sistemas de apertura que hacen que pierda su seguridad. «Darle a una puerta estándar un nivel de se­guridad aceptable puede costar en­tre 200 y 350 euros».

Las recomendaciones de la Poli­cía van en la misma línea. «El ciu­dadano tiene que adquirir produc­tos certificados y de calidad, ponerse en manos de profesionales para informarse de los sistemas de seguridad más adecuados para su hogar», recomienda el jefe del Grupo 11.

Las penas por este tipo de delitos oscilan entre los tres y los cinco años de prisión. Y los delincuentes, mu­chas veces dejan pistas que el ciuda­dano también puede identificar. «Si vemos un simple plástico en nuestra puerta, o notamos que hay algo den­tro de nuestra cerradura, aunque sea un papel no hay que tocar nada más y llamara la Policía», recomiendan las fuerzas de seguridad.

«Siempre pensamos que a noso­tros no nos va a pasar», afirma el presidente de Asmace. A la espera de leyes que regulen el sector o la venta de este tipo de productos -que sólo deberían estar al alcance de los profesionales-, la manera de evitar que un domicilio sea objeto de un robo es ponerle a los ladro­nes todas las trabas posibles para que no consigan su propósito.

El Mundo

1 de Agosto de 2014