Al analizar la situación actual de la sociedad española, siento como cobra valor la vieja canción de Bob Dylan en “Los tiempos están cambiando»
Venid, agruparos a mí alrededor
Gente que andáis errantes
Y admitid que las aguas están subiendo
Aceptadlo, pues pronto estaréis calados hasta los huesos.
Y si la época merece ser salvada,
Empezad a nadar,
los tiempos están cambiando»
Efectivamente, los tiempos en nuestro país están cambiando. La situación económica y social por la que atraviesa nuestro país está generando nuevas situaciones que modifican el horizonte de futuro sobre el que habíamos construido el nuestro. Y no nos referimos solamente a los dolorosos casos que el incremento de la tasa del paro está generando en miles de familias en las que no entra ni un salario. En contra de lo que pudiéramos pensar, las modificaciones legales que la Administración Pública está tomando van a afectar a la totalidad de la población. El problema generado nos afecta a todos.
Tres son los aspectos principales que van a alterar nuestro sistema de previsión para el futuro: las Pensiones de Jubilación, debido a la reducción del importe y retraso en la percepción; la Sanidad Pública, debido a la reducción del gasto destinado a esta partida; y los cambios en el Sistema de Dependencia, debido a los cambios introducidos en la Ley de Dependencia. Veamos cómo nos van a afectar.
Pensiones de Jubilación
Tal como algunos especialistas venían anunciando desde hace años, los cambios demográficos producidos en la sociedad española cuestionaban la posibilidad de mantener sin modificaciones el Sistema Público de Pensiones (SPP). Poco después de que se firmaran los “Pactos de Toledo”, ya se empezaron a lanzar alarmas que indicaban la insostenibilidad del mismo.
El paulatino envejecimiento de la población, que ha ido generando una pirámide demográfica invertida, en la que las personas que se beneficien del sistema empiezan a superar a las que aportan con su trabajo la base sobre la que se apoyan las pensiones, hacen que el sistema empiece a debilitarse. Ello unido a las altas tasas de desempleo alcanzadas en estos dos últimos años, plantea un grave problema al SPP.
Hemos visto cómo las modificaciones legales habidas en los últimos meses apuntan todas en la misma dirección: ampliación de la edad laboral hasta los 67 años, incremento de los años trabajados para poder cobrar la jubilación; y por último, lo que tantas veces anunciaron los gobiernos que nunca se tocaría, la cuantía de las pensiones. En los últimos días hemos oído que, de momento, se quedarán congeladas, al menos para 2013, pero mucho nos tememos que esa congelación no sea sólo para este año, sino para más. Del mismo modo, y según vaticinan expertos en el tema, se hará necesario un recorte en la cuantía de las pensiones más altas.
Todo ello nos lleva a algo anunciado desde hace tiempo, pero a lo que nadie quería ponerle voz: la insuficiencia del Sistema Público de Pensiones hará necesario que cada ciudadano empiece a colaborar, de forma privada, en la creación de un complemento a su pensión. No hay dinero público para hacer frente a la jubilación de los próximos jubilados, amén de lo que haya que recortar a los que ya disfrutan de este servicio.
En cálculos realizados a finales de 2011, se estimaba que los jubilados que se incorporaran al sistema en los próximos años, perderían entre un 26 y un 38% de su poder adquisitivo. Estimaciones más recientes, apuntan a que este porcentaje ha crecido considerablemente.
Sanidad Pública
Algunas de las causas apuntadas para el caso de las pensiones, unidas a otras específicas del sistema sanitario, están generando un problema parecido en el Sistema Público de Salud. No vamos a analizar cuáles han sido las causas que nos han llevado a la situación actual de la Sanidad Pública ya que, dependiendo de la Comunidad Autónoma de que se trate, han podido ser diferentes; pero el resultado final ha sido el mismo, un incremento del déficit en las cuentas del sistema sanitario, que hace muy difícil su continuidad tal como lo conocemos hoy.
Metidos de lleno en la vorágine de discusiones sobre los recortes y cierres de centros que se están produciendo en estos momentos, resulta difícil predecir cuál será el panorama final. Pero si nos atenemos a los cambios producidos en los últimos meses, lo que se observa es: un incremento notable en las listas de espera que, para ciertas especialidades se aproximan al año; una masificación en la atención tanto ambulatoria como hospitalaria, como consecuencia de las reducciones del personal médico y de apoyo; y en general, un claro deterioro del Sistema Sanitario Público que nos hará añorar tiempos mejores del mismo.
Al igual que apuntábamos para el caso de la jubilación, también nuestra salud a va requerir una mayor implicación privada. Vamos que tendremos que “rascarnos el bolsillo” para hacer frente a una sanidad privada, contratada de forma independiente, para cubrir las carencias que la pública está dejando.
Dependencia
Y por último, otro de los temas a tener en cuenta desde el punto de vista de la previsión individual, es la incidencia que los cambios introducidos en la conocida como “Ley de Dependencia” va a tener en el futuro de las “personas mayores”, y en la de los jóvenes que sufran discapacidades severas.
El recorte presupuestario aplicado a la misma va a dejar sin cobertura a multitud de familias que tienen a su cargo el cuidado de este colectivo de personas. Este hecho que, cuando se produce en el seno de una familia amplia, se puede asumir con el apoyo de todos sus miembros, se agudiza en el caso de matrimonios sin hijos, personas que viven solas (solteros, viudos, etc.) quienes, ante una invalidez de cualquier tipo, pasan a tener un nivel de dependencia difícil de asumir si una institución estatal no se hace cargo. También en este caso tendremos que implicarnos más, a título personal, a la hora de prevenir lo que nos pueda suceder.
Puede parecer que el análisis realizado esté teñido de obscuro, pero es la realidad. Se trata del simple análisis de los cambios sufridos por la sociedad española en los dos últimos años –y las previsiones a futuro no mejoran- .
Como reflexión final queda la necesidad, ante esta nueva situación, de que cada persona, a nivel individual, asuma un papel mucho más activo en la planificación de su futuro y de la seguridad en el mismo. “Papá Estado” se bate en retirada, aminorando las prestaciones sociales que hasta ahora teníamos, y esto conlleva entrar a suplir esas carencias a título individual.
Analizar cómo incidirán los cambios en nuestras jubilaciones futuras, de cara a suplirlas con planes de pensiones privados, o reforzar los ya existentes. Buscar alternativas privadas que complementen el sistema sanitario público que hemos venido disfrutando, para evitar problemas en caso de enfermedades graves; y buscar algún sistema que apoye nuestra posible dependencia, en caso de que no podamos valernos por nosotros mismos, son solo algunos de los pasos que nos tenemos que plantear. Hasta hace no mucho los sistemas sociales cubrían “casi todo”; hoy las circunstancias económico-sociales han cambiado y exigen una mayor implicación personal en el diseño de nuestro futuro. Tenía razón Dylan cuando decía que “los tiempos están cambiando”, y como terminaba su estrofa, si nos queremos salvar, hay que empezar a nadar.