La buena noticia: las pensiones no están en peligro. La mala: su cuantía, sí, y además se está produciendo una reforma silenciosa del sistema de pensiones español que está cambiando su naturaleza. Y que debe ser discutida públicamente. Porque sus efectos sobre los ingresos de los futuros jubilados serán notables. «En breve: sin que los trabajadores lo sepan, el actual sistema de reparto contributivo español -en el que cuanto mayor es el salario, más se cotiza y mayor es la pensión-, va dando pasos -y los dará más a medida que por la demografía haya menos que repartir entre más gente- que lo van acercando a un sistema de tipo asistencial, en el que todos los jubilados perciben la misma pensión independientemente de lo cotizado. Ese cambio silencioso, no explícito, impide a los que se verán más afectados actuar en consecuencia y ahorrar más”. denuncia José Ignacio Conde-Ruiz en el libro ¿Qué será de mi pensión?.
Y los más afectados por ese cambio son las clases medias, ya que los sistemas contributivos como el español nacieron para proveerlas de pensiones que les permitieran un nivel de consumo suficiente en la vejez, recuerda el autor, profesor de «Economía en la Complutense y subdirector de Fedea -el think Tank económico patrocinado por algunas de las mayores empresas españolas-, que además fue director general de Política Económica en la Oficina Económica de Zapatero entre el 2008 y el 2010 y uno de los expertos convocados por el actual Gobierno para desarrollar un factor de sostenibilidad para las pensiones que ha incluido en su cálculo la esperanza de vida o la situación macroeconómica.
Conde-Ruiz, tras mostrar la falsa superioridad de los sistemas de pensiones de capitalización -que confían la jubilación a un mercado bursátil que puede estar muy deprimido al retirarnos- sobre los de reparto, procede a remarcar que estos últimos se dividen entre contributivos y asistenciales. Los contributivos nacieron en la Alemania de Bismarck y establecían una relación directa entre las cotizaciones y la cuantía de la pensión. El sistema fue introducido por la presión de la clase media y pretendía hacer frente al socialismo emergente. Por el contrario, el sistema de reparto asistencial nació en el Reino Unido a partir’ del informe Beveridge en 1942. El informe abogaba por introducir un sistema de pensiones mínimo. Hasta entonces en el país sólo existían seguros privados y voluntarios, y Beveridge defendía un sistema que otorgara una pensión asistencial fija e igual para la mayoría de trabajadores como instrumento de lucha contraía pobreza. Se garantizaba un mínimo de subsistencia y se dejaba que los individuos satisficieran de forma privada sus necesidades adicionales a ese mínimo invirtiendo de forma privada sus ingresos.
Los objetivos de ambos sistemas eran distintos. Y sus gastos. Hoy los países con sistemas asistenciales dedican una media del 6% del PIB a pagar pensiones, y los contributivos, como España, más del 10%. Y sigue subiendo. En el 2050 España, según las proyecciones, tendrá un 32,1% de jubilados, uno de los mayores porcentajes de Europa Una cifra que hace inconcebible, dice el profesor, el sistema real y como lo conocemos ahora. Máxime cuando los jubilados españoles cobran de media el 73,9% del último salario, una de las Lasas más alias del mundo. En ausencia de reformas el gasto en pensiones como mínimo se va a duplicar.
Eso ha llevado a posponer la jubilación a los 67 años, a introducir’ la esperanza de vida en el cálculo de la pensión o a crear un índice de revalorización de las pensiones para que los gastos lio superen a los ingresos y que se basa tanto en la situación económica como en la inflación, el número de nuevos jubilados o el mayor volumen de las pensiones.
El problema es que la aplicación de ese factor de revalorización en un contexto de déficit permanente en el sistema de pensiones va a hacer que sólo se revaloricen cada año según el suelo establecido por el Gobierno: el 0,25%. Y un largo periodo de revalorización a ese mínimo hará que los pensionistas pierdan mucho poder adquisitivo. Así que son necesarias aún nuevas reformas, subir ingresos y bajar gastos. La pensión media como porcentaje del salario medio caerá entre un 35% y un 50%. Lo que no está claro es si la bajada recaerá en todas las pensiones por igual.
Si se va bajando el nivel de las pensiones más altas y manteniendo el de las bajas se llegará a un sistema asistencial. Si se baja todas de forma proporcional, los que más hayan cotizado recibírán una pensión mayor: aun así tendrán que aumentar su ahorro para la vejez, pero menos. Por lo pronto, en estos últimos años, explica, se va caminando a un sistema asistencial: se sube la base máxima de cotización pero se congela la pensión máxima.
El autor cree que la pensión debe depender del esfuerzo contributivo y que en ese sentido el sistema debería dar el paso definitivo y determinar las pensiones a partir de cuentas nocionales que calculen el rendimiento hipotético que cada trabajador habría tenido por todas las aportaciones que ha realizado en su vida. Pero, en cualquier caso, dice que la sociedad debe plantearse qué reforma quiere para también saber lo que deberá ahorrar cada uno.
Dinero
Junio 2014