Las reducciones salariales registradas en España a raíz de la crisis, de alrededor de un 2% anual, originan estrecheces económicas entre los trabajadores y sus familias, además de afectar negativamente al consumo interno, Así lo expone la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su informe Perspectivas de Empleo difundido ayer, que también destaca que aunque esas bajadas han mejorado la productividad y la competitividad exterior, ya se han vuelto contraproducentes.
El documento pone de relieve el excesivo número de contratos temporales en España. La crisis ha creado estragos traducidos en pérdidas de empleos, pero también la han sufrido quienes han conservado sus puestos de trabajo. Los recortes salariales registrados en España han sido de los más contundentes entre los países desarrollados: un 2% de media anual, al igual que Eslovenia e Irlanda, un porcentaje solo superado por Grecia (5% anual). «Las bajadas salariales de esta magnitud podrían causar considerables penurias entre los trabajadores y sus familias», alerta la OCDE.
Stefano Scarpetta, director de Empleo de la organización, dice que los ajustes salariales se han extendido por toda la zona euro. Dónde antes de la crisis crecían a un 2.1% anual para pasar en 2009 a una reducción anual media del 0.1%. Scarpetta recuerda que, en comparación con Alemania los costes laborales en países como España se dispararon con la llegada del euro en 2002 muy por encima del aumento de la productividad. «Esa separación ha quedado absorbida en parte durante la crisis», afirma. Tero esas congelaciones o bajadas salariales pueden tener repercusiones importantes sobre los ingresos de los hogares, acentuando así las dificultades económicas».
Para el director de la OCDE. «nuevos ajustes salariales en los países más afectados por la crisis pueden acabar siendo contraproducentes y, sobre todo en un contexto de inflación próxima a cero, podrían tener una eficacia limitada en creación de empleo. Tales ajustes acentuarían el riesgo de pobreza y pesarían sobre la demanda global». «Cualquier nuevo descenso – ha insistido—, provocaría un circulo vicioso de deflación, descenso del consumo y menos inversión».
Otro motivo de preocupación para la OCDE en el caso de España es el elevado porcentaje de contratos temporales. En 2011 y 2012, el 58% de esos contratos de personas entre 25 y 54 años se registraron en el sector agrícola y el 40%. en el de la construcción. Antes de la crisis, el 32.9% de los nuevos contratos eran fijos, pero el porcentaje ha descendido al 24.5%. «El recurso excesivo al trabajo temporal es nefasto tanto para las personas como para la economía» indica el documento. Esa práctica puede ser útil para las empresas en determinadas coyunturas o incluso puede haber trabajadores que prefieran estos contratos en un momento dado, dice la OCDE.
Sin embargo, el organismo opina que tiene efectos negativos sobre la igualdad de trato a los trabajadores y los esfuerzos dedicados a la formación, que suele centrarse en los fijos. La organización de países desarrollados valora las cifras positivas de creación de empleo en España, aunque las considera insuficientes para fortalecer la incipiente recuperación. Calcula, por ejemplo, que la reforma laboralde 2012 -que redujo la indemnización por despido de 45 a 33 días por año trabajado— «fue responsable de unos 25.000 contratos mensuales de trabajo permanente» nuevos en los primeros meses de su aplicación.