Aunque no sin alguna excepción, las compañías aseguradoras europeas han atravesado la reciente crisis con mejor desempeño que la banca. Lo han hecho bajo un marco regulatorio antiguo. Su adaptación a los nuevos y mas modernos esquemas de exigencias de capital y supervisión del resto de entidades financieras, basados en una estimación más fidedigna de los riesgos que asumen, se ha venido aplazando en el tiempo. De hecho, ahora comienza la verdadera cuenta atrás para ese nuevo marco regulatorio en el ámbito europeo (Solvencia II) que entrará en vigor a partir del 1 de enero de 2016. En el caso español, la Dirección General de Seguros y Fondos de pensiones ha requerido para finales de este mismo julio a las aseguradoras españolas un plan de adaptación progresivo a Solvencia II que marque su hoja de ruta hasta su entrada en vigor en 2016, incluyendo la aplicación de una serie de medidas transitorias para los años 2014 y 2015.
Solvencia II implica un movimiento gradual hacia una valoración del balance de las compañías en términos económicos, el cálculo de unos requerimientos de capital más exigentes y más ajustados a sus perfiles de riesgo específicos, a la necesidad, en consecuencia, de una evaluación y gestión más activa de los mismos y. finalmente, un obligado ejercicio de transparencia frente a los mercados.
Uno de los primeros retos operativos a los que se han de enfrentar las aseguradoras antes de final de año es el ejercicio del denominado Own risk and solvecy assesment (ORSA), el más desconocido y al que algunos consideran como el corazón de Solvencia II. El ORSA no es estático, sino que mira a futuro, requiriendo a la compañía a determinar en qué situación espera encontrare en un escenario base y en escenarios estresados en un horizonte de varios años. Le servirá para clarificar que riesgos está dispuesto a aceptar (su apetito al riesgo) así como sus planes de acción para resolver cualquier evento inesperado.
El tratamiento a efectos de solvencia de algunos productos/prácticas es también un aspecto de la máxima relevancia. Este es el caso de los compromisos a largo plazo con una garantía de rentabilidad mínima (con técnicas de casamiento entre activos y pasivos) de las compañías dé vida, y singularmente en España y Reino Unido. Es muy razonable la aplicación de la denominada técnica matching and justmem, incorporada en la recta final de la nueva normativa que reduce significativamente los requerimientos. No obstante, su aplicación práctica está aún sujeta a incertidumbres, y puede determinar o no la emergencia de problemas de solvencia en algunas compañías.
La realización de pruebas de estrés, con similitudes a las del sector bancario, constituye un frente de calibración adicional en el proceso de implantación de Solvencia II. Las aseguradoras son grandes inversoras en bonos gubernamentales y corporativos, renta variable e inmuebles. Se está tratando de evaluar su sensibilidad a las primas de riesgo, al agravamiento de la crisis de deuda soberana y también a la persistencia de los tipos de interés bajos, escenario este último que puede comprimir sobremanera sus márgenes de rentabilidad, especialmente el de las aseguradoras de vida. Los resultados se conocerán después del verano ■
Iratxe Galdeano y Daniel Manzano
El País
27 de Julio de 2014