¿Nos importa a los españoles nuestro coche más que nuestra propia familia? Pues a tenor delo que dedicamos a la protección de uno y otra, todo parece indicar que sí. Por cada euro que destinamos a protegernos, dedicamos cuatro a proteger nuestros coches. Sin duda, la obligatoriedad que establece la legislación española de conducir con esta cobertura puede ser una explicación. Pero no esto da la explicación.
Durante el año 2013, un 80 por ciento del ahorro de las familias se destinó al ladrillo (sector inmobiliario), puesto que el español es un ahorrador cuya inversión preferida es el sector inmobiliario.
Del 20 por ciento restante de la inversiones, los españoles destinamos en ese ejercicio un 19 por ciento de nuestro presupuesto de ahorro a productos de inversión. Yapenas un uno por ciento de las inversiones fueron a parar a segurosde vida riesgo.
Si, además, tenemos en cuenta la«obligatoriedad» (que realmente no es tal) impuesta por bancos y cajas en los años del boom inmobiliario de suscribir seguros de vida riesgo a todo aquel que solicitara un préstamo hipotecario, podemos deducir la escasa concienciación que existe en la sociedad española sobre lo que significa este tipo de coberturas, Según datos de la Asociación Hipotecaria Española, en 2013 el 37 por ciento de las deudas adquiridas como garantía hipotecaria estaban protegidas por un seguro
vida riesgo. Esto fue lo que llevó a UNESPA, la patronal del seguro, a afirmar recientemente que estos productos saldan 2.400 hipotecas al año tras un fallecimiento. O lo que es lo mismo, que cada día evita que siete familias pasen serios apuros económicos ante este tipo de circunstancias.
Sin embargo, y siendo sin duda importante, esta lectura, en mi opinión, se queda todavía corta. Porque lo que realmente deberíamos entender es que un seguro de fallecimiento (seguro de vida), es en realidad un seguro de viudedad o un seguro de orfandad. Porque lo que pretende proteger un seguro de vida es al cónyuge que queda en viudedad y a los hijos huérfanos trente a la merma económica que supone la pérdida de uno de los padres.
UNA PROTECCIÓN MÁS INTEGRAL
Si se entendieran las derivadas económicas y la necesidad de incorporar en la planificación financiera familiar las consecuencias descritas, es probable que vida riesgo dejara de ser un seguro a terceros, que es lo que realmente es hoy, para ser un seguro todo riesgo, que es lo que por naturaleza debería ser.
Un cálculo simple, pero que puede servir para delimitar esa frontera, puede ser preguntarse si estamos asegurados (o queremos estarlo) por una cuantía tal que nos permita cubrir el diferencial entre los ingresos que la unidad familiar va a dejar de percibir con la nueva situación, y la pensión que la Seguridad Social les va a pagar.
Y si realmente nos volviéramos a hacer esa pregunta, la respuesta, con toda seguridad, sería No.
Inversión
Luís María Saiz de Jauregui
16 de mayo de 2014